12.29.2010

...


… Y así se me fue el tiempo… Tan rápido como unos puntos suspensivos. Me acostumbré rápidamente a su presencia, a la cadencia de su voz y a la extrañeza de sus andares. Finalmente se me cayó el mito, pero me quedó el humano, un gran humano, un maravilloso ser humano… No hay mucho más que pueda decir, las similitudes hasta a mi me daban miedo y me desconcertaban, no somos iguales, pero estamos hechos de la misma materia, supongo que al final a todos los humanos nos pasa lo mismo, pero el tono en el que vibramos es distinto. Nosotros somos un par de notas que se encuentran una al lado de la otra, tan similares a ratos que no funcionan y en algunos otros tan armoniosas que parece increíble que no estén siempre combinadas.

Y yo lo quiero, aunque mis imágenes se frustren y no salgan; aunque se me crucen por la mente las palabras y no logre ordenarlas; aunque a ratos sea más cuerda que insana; aunque todo sea demasiado común, demasiado normal, demasiado ordinario, me gusta la locura. Si su nombre iba acompañado del sonido de una campana, ahora viene con un fado, con el flamenco y con una buena puesta de sol. Viene cantado en un idioma extraño que sólo entre sueños logro hablar pero no comprendo, escucho su voz en tantos y distintos matices que me acompaña todo el tiempo, y sé que así ha sido siempre.

Surreal la manera en que vinimos a encontrarnos, si lo hubiera planeado o me lo hubieran dicho hace años habría dicho que sí, que siempre estuvo escrito y que sería así, pero no creo en el destino. Extrañado por mis silencios solía tener el buen tino de preguntar el por qué de su existencia, y yo muda no atinaba a decirle otra cosa que “nada, sólo estoy viendo” mientras que en mi cabeza pasaban mil sensaciones y pensamientos a la vez, algunos eran buenos y algunos otros no lo eran tanto. Supongo que para él toda yo soy música y risa, “al menos te hago reír” me decía. Nos dijimos tantas cosas, o de menos yo las dije. A mi nunca me ha molestado el que él sea un mudo, no necesito que me responda para saber que está.

Hemos hablado de todo, y si por mi hubiera sido le hubiera besado hasta las manos. Este cariño va más allá, es entrañable, es mágico y ahora es también humano, demasiado humano tal vez. Lo quiero y, al final, sé no me quedo, él no quiere eso y no pretende eso, incluso cuando me pregunta “¿qué estás espiando ahora?” cuando me sorprende viéndolo de nuevo de la única forma en la que sé verlo y pretendo verlo. Siempre juntos, pero jamás revueltos. Mi “antes y después” ahora es en Madrid, y yo estoy tranquila, sabía esto no sería eterno y no duraría, pero eso no implica que no me vibre toda el alma con sólo sentirlo a mi lado, a veces sólo basta con escuchar una voz.

Idioma extraño el nuestro, apenas y nos entendemos en palabras pero, ¿y si fuéramos mudos? ¿Nos entenderíamos igual? Supongo que nos uniríamos en un mismo abrazo, en una misma voz o, quizá, con mucha suerte, en una misma piel. Hablar entre mudos es difícil, por eso mejor no hablamos, nos vemos, nos reímos y nos tocamos, entre fado y fado, grito y voz, de gitano a gitano, entre flamenco y color.

Hasta que se acabe el universo, hasta que nos falte el aire e incluso cuándo nos duela el alma, vibremos pues…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mmmmmmmm, me has echo pensar juaaaa ! . Me gusto mucho la foto y como "la describes". Un beso muy especial . Y es nejor estar en silecio hasta que lo necesites

Anónimo dijo...

Me gusta el silencio en tu compás de tiempo ...

Blue ghost (igs)