7.25.2014

Mojarse es una elección

El mundo se está volviendo loco,  quizá sea que la esquizofrenia postmoderna ya nos alcanzó, pero ¿cómo se define uno frente a tanta locura?


Los desaparecidos, los ausentes (que no es lo mismo), los presentes, un continuo ir y venir de vidas que se entrelazan en esta cotidianeidad a veces tan mundana que lo hace a uno querer vomitar o volverse hacia adentro, implosionar. Este aislamiento de ideas autoimpuesto finalmente está llegando a su fin. Las piernas ya andan, se puede caminar y ¿nadar? El silencio puede ser la cosa más sublime, pero el aislamiento autoimpuesto en estos momentos me parece un verdadero crimen.

Este mar de emociones ya no me da tanto miedo, comienzo a sospechar que puedo dominarlo pese a mi naturaleza autodestructiva en muchas ocasiones. Lo peor que puede pasar es que uno muera en el intento, así que sumerjámonos en el agua, veamos el fondo. Cuestionemos, investiguemos, critiquemos la base de TODO, cambiemos, giremos el mundo de cabeza y reinventemos quienes somos.

Suficiente es escuchar el grito de terror en todos lados, en las noticias, en las calles, tras las puertas del vecino, en los ojos de los niños, en los peatones, en todo pueblo y en toda la ciudad. Gente que camina sin rumbo, con los ojos clavados en el cielo, en la tierra, en un futuro borroso que no se acerca o no llega más allá de su nariz en muchas ocasiones. ¿Cuál es la meta? ¿Cuál es el destino? ¿Por qué estamos aquí? ¿Para qué? ¿Cuál es el sentido de toda esta locura? ¿Por qué la permitimos?

Si el PRINCIPIO es el Fin y el FIN el Principio entonces, ¿qué nos queda? Si esto se supone es la vida entonces ¿quiénes somos? Somos una historia con principio y final cuya finalidad está por determinarse.. 


No hay mayor arma que un cerebro, y contra un corazón determinado ¿quién puede?




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